Desde la aparición de Facebook, nuestra vida paso a ser de fantasmas para muchos de nuestros conocidos. Cuando nos referimos de esa manera a los consumidores o fanáticos de esta aplicación, es porque en los comienzos era una novedad donde su uso era de manera menos frecuente, con más recaudos hacia la privacidad.
Los prejuicios que se formaron con su novedad, fueron desapareciendo de apoco, al punto de lograr que muchos inviertan su vida entera sin tomar precauciones de quienes pueden llegar a ser afectados. Al comienzo titulamos a los fanáticos como fantasmas, debido a que por su extra consumismo, muchas de sus relaciones dejaron de ser frontales, de ser mas genuinas y por sobretodo dejaron de ser apegadas.
De repente, pasamos a tener millón de amigos, que inconcientemente deberíamos reconocer que siguen siendo solo contactos conocidos, logrando que nos avasallemos de sus vidas, sin involucrarnos de pleno con ninguno. Con todo esta reflexión, lejos estamos de depreciar a esta aplicación que esta llena de beneficios; solo que su mal uso actualmente, alimentó demasiado los egos, al punto de sentirnos admirados hasta por quienes casi ni conocemos.
Como todo medio de comunicación bien utilizado, es ideal para las relaciones interpersonales, sobretodo para recordarnos fechas y acontecimientos que no pudimos vivir de forma personal. Pero si a eso le agregamos la dependencia cotidiana, dejaría de ser agradable y funcional para terminar siendo un habito de vida poco realista.